El ciclista que sueña con volver a pedalear

Una hernia de disco y dos protusiones hacían pensar a David en todo aquello que hizo en su juventud, aun sabiendo que le perjudicaría. Levantar grandes pesos era pan comido para él, gracias a su gran cuerpo y una fuerza inusual para su edad. Como aficionado a las motos, se pasaba horas reparándolas, cogiendo motores pesados, llevándolos de un lado a otro. Todo con facilidad y sin consecuencias, pero éstas acabaron llegando.

Desde 2014, las bajas laborales eran una constante en su vida, su espalda avisaba de no poder más y, aunque su voluntad era la de continuar trabajando, se veía forzado a parar con el fin de darle descanso. Como abogado, David pasaba horas y horas sentado en su mesa, con posiciones perjudiciales para una espalda maltrecha que no hacían más que acentuar el problema. Tenía que operarse, y las sesiones de fisioterapia se hacían demasiado largas sin dar el resultado esperado.

Hasta entonces, la vida de David estaba llena de sacrificios con el único fin de que ese dolor fuese menos intenso. Tuvo que cambiar los sofás de su casa, buscando el más cómodo para su espalda. También se compró un coche más grande, porque la falta de espacio llevaba a su espalda a un dolor insoportable. Esfuerzos sin apenas recompensa.

Una compañera de trabajo le informó de la existencia de Clínica Claro y la ozonoterapia el pasado año. En momentos de dolor y desesperación, el cuerpo pide probar cualquier solución. Y eso hizo David, que aún recuerda las primeras sesiones. “Terminaba dolorido, los pinchazos de ozono abarcaban desde la cabeza hasta el trasero”, recuerda. Pero cualquier sacrificio era más pequeño que el de no poder coger a sus hijas pequeñas en brazos.

Tras la primera sesión, aún seguía recordando y maldiciendo aquellos errores de juventud, los kilos de más y las malas posturas. Pero hubo un momento clave, en el que todo cambió. En las primeras sesiones, tras acabar su cita con el doctor José Antonio Marqués, David comprobaba que su cuerpo estaba reaccionando al ozono. “El dolor cada vez era menor, ya no solo es que fuera menos intenso, sino que el número de pinchazos también se reducía”, nos cuenta. Un pequeño oasis tras una larga travesía por el desierto.

Las bajas laborales que eran constantes empezaron a desaparecer –“no me he cogido ninguna desde mayo del año pasado”- y poder agacharse y levantar a sus hijas al aire era una pequeña victoria, que se convertía en algo mucho más grande en su cabeza. Cuando le preguntamos por Clínica Claro, solo tiene buenas palabras. Destaca la amabilidad y, ante todo, la profesionalidad del doctor Marqués, que encontraba puntos de dolor en su cuerpo que ni él sabía que existían. “Eran pequeñas molestias que, por suerte, me cogió a tiempo. Eran problemas que iban aumentando y que no sé dónde hubiesen acabado”. Desde su buena experiencia, ya ha recomendado la clínica a varias personas de su círculo cercano, y define la ozonoterapia como “una buena terapia que por desgracia aún es semidesconocida, pero que es capaz de resolver muchos problemas de manera práctica”.

Aunque la vida de David ha dado un giro de 180 grados en menos de un año, todavía hay un reto que le quita el sueño. Una de sus grandes pasiones, que no tiene la seguridad de si podrá volver a hacer. Siempre ha sido un aficionado a la bicicleta de montaña, y volver a enfundarse el maillot y subirse a una es su gran ilusión. “Sé que aún no es lo más recomendable, pero ojalá llegue el momento de poder hacerlo”. Por el momento, recuperada su vida normal, ya puede hacer otros deportes como correr, sin miedo a sufrir por su espalda. Ahora se siente útil, activo, seguro y convencido de poder con todo. El primer paso para cambiar nuestra mentalidad es cambiar nuestro cuerpo, y la ozonoterapia es una gran aliada.

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